A 30 AÑOS: ¿FIN DEL CRECIMIENTO
ECONOMICO Y DE LA CORRUPCION?
Ing. Rómulo Antúnez.
Especialista en Gestión Pública
Descentralizada
Allá
por el año 2003, en el auge del libre mercado y de precios altos en el mundo de
los recursos naturales (Minería); un maestro del curso de economía de la
maestría de gestión de programas y proyectos sociales de la Universidad Peruana
Cayetano Heredia – UPCH, afirmaba categóricamente que el modelo económico
“neoliberal” no podía funcionar sin que la “corrupción” se convierta en el eje
fundamental para agilizar los “procedimientos burocráticos” de un Estado que
funcionaba y sigue funcionando como un coche viejo que requería “lubricantes
-diezmo-” y “lubricadores públicos -corruptos- y privados -lobbystas-”, y paradójicamente
correspondía en el paradigma colocado en el imaginario social como la azaña del
“milagroso modelo peruano” y era usado por políticos y gobernantes como
sinónimo de un “Estado pequeño pero eficiente”.
Entonces,
gobernaba Alejandro Toledo el cholo sagrado que defendía el modelo y resumía
como el modelo del “crecimiento con chorreo” en adelante se convirtió en
choreo, luego vino “García” con su “crecimiento con Justicia social”; Humala
con “crecimiento con inclusión social”, -incluisive Fredy Otarola escribió un
panfleto titulado Inclusión Social con Desarrollo-; pero después con PPK
(apellido impronunciable), breves gobiernos de Meche, Vizcarra, Merino y
transición de Pancho Sagasti, se comprobó que el modelo económico peruano
“neoliberal” se autodestruyó por la corrupción, la tecnocracia y políticos
mediocres que nos llevaron a una crisis absoluta, confirmando un Estado
fallido que el Covid 19 se ha encargado
de visibilizar y mostrarnos la realidad a 200 años de nuestra independencia
pero seguimos prisioneros de la misma corrupción y mediocridad.
Estamos en plena campaña electoral y a 5 días
de las elecciones del 2021. No hay “modelo” qué defender, porque la corrupción
es el “modelo”. No es suficiente que por allí salga un Porky -cerdo en
español- proponiendo la expulsión de
Odebretch e insultando a todo aquél que se atreva a pensar diferente a él;
Lescano sin ideas ni posición, no logra ubicarse en la ideología de Belaunde
menos en la izquierda de Verónika; Keiko y De Soto, defendiendo lo que Papi y el
Jefe Alberto construyó con la Constitución fracasada de 1993; Bengoilea y
Forsight, han confundido el futbol y la
farándula como el proceso de preparación para gobernar el Perú del Bicentenario
y Verónika que siendo una mujer muy inteligente no da la talla como para un
Gobierno de un Perú del Bicentenario cuya izquierda aún arcaica sin ideas ni
ideales requiere perder estrepitosamente para quedar convencido que solos serán
siempre enanos y juntos podrían cambiar el rumbo del Perú.
En
estas condiciones nos jugamos la vida frente a la COVID 19 y cerramos los 200
años. Hemos aprendido muy poco como formar una “NACION” del que sintamos
orgullo de ser Peruano, no sólo porque tenemos un pasado milenario hermoso y
Macchu Picchu -maravilla del mundo- que ha enriquecido a un marrano
mercantilista o que los ricos multimillonarios de mi país hayan consolidado su
fortuna manejando y corrompiendo al Estado a su favor, lo cual por lo menos
debe generar sentimiento de culpa o responsabilidad para tener empresarios
nacionalistas que se la juegan por el Perú para generar y compartir riqueza con
otros millones de peruanos que requieren empleo e ingresos en tiempos difíciles
como la actual.
Al
iniciar los 300 años y con un país tan rico debimos haber superado la pobreza,
pudimos y debimos estar dentro del grupo de países con desarrollo sostenible en
proceso de industrialización y tecnologización, con un Estado fuerte al
servicio de los ciudadanos y con una clase política con visión de Estado y en
fin. Esto es lo que tenemos al culminar el bicentenario y temo que votar por
cualquiera de los 18 candidatos sea lo mismo y no sea la oportunidad para
materializarlos.
Que
Dios y la razón nos ilumine para elegir esta vez un mejor conductor de nuestro
destino como País.
Huaraz, 05 de abril del 2021